Hoy me gustaría echar unas letras a mi “brother”, como nos llamamos cariñosamente. Nos encontramos sobre nuestras monturas años ha, más concretamente unos 22; más de la mitad de nuestras vidas.
Corría el año 1993, mi primer año de juvenil; mi segunda temporada con el club ciclista San Fernando con patrocinio de seguros GAN… sí sí, ese mismo patrocinador que tenía el equipo pro de Greg Lemond. Para mí era como sacar pechopalomo al tener el mismo logo que un equipo que corría el Tour. La temporada en general como casi todas las que tuve de joven; aquella prueba finalizada en pelotón, era motivo de descorchar champagne y estar dos semanas contando la anécdota. Aunque lo habitual era ver las paredes de la furgoneta de turno con una escobita bajo su parabrisas…
Ese año llegaron al club varios chicos, entre ellos Óscar Jiménez Gutiérrez, “el Ojka”. Con su hierraco de BH Top Line que tantas charlas de risas nos provocó. Ese año no quiso competir, se reservaba para el año siguiente habida cuenta de una preparación algo más extensa antes de adosar dorsales en su maillot. E hizo bien, al año siguiente con el increíblemente magnifico Cocina Hogar “los butanitos”, completó una gran temporada llena de descuelgues, fueras de control, coches-escoba… vamos, igual que un servidor. Eso sí, algún momento mítico tuvimos, ¿eh brother?. Cuando nos pusimos todos a “tirar” del pelotón bajando para Vejer en la carrera de Chiclana a -3 por hora y los demás mirándonos como el emoji de ojos como platos del wassap… o aquella carrera en tu futuro hogar, similar a la que hoy hacemos como ruta de la campiña, en la que tras descolgarnos en los repechos del Coronil, volvimos a enganchar llegando a Dos Hermanas y terminamos en el paquete…
Pero lo mejor sin discusión fueron todos esos viajes y entrenos, cargados de anécdotas que ahora se agolpan en mi cabeza; un torrente de momentos en los que, sobre todo, junto al Periko y el malogrado Pepe, llorábamos de risa por cualquier situación. Como no acordarnos de aquel viaje a Osuna en el que íbamos en el coche del Periko y su padre paró en medio de la autopista a preguntar a un lugareño cómo llegar a Lebrija… ¿Lebrija? ¿no íbamos a Osuna?, así como ir a 80-90 por la autopista y a 130 por las comarcales llenas de boquetes y baches… y los “cigarrones” en lugar de las chicharras. O ese viaje en el citroen de tu padre a Bollullos, donde según él íbamos “lo meno lo meno a ssssssiennnnnto ssssssesennnnnnta” y acto seguido nos adelantó una “paquetera” cargada de garrulos. O cuando le pedimos un MIKO al de la heladería móvil… tantas y tantas que esto sería un no parar.
Luego te fuiste al equipo de Sanlúcar, yo lo dejé y nos quedó el contacto de los colegas (la peña Galvín, los partidos de España, las pipas enfrente de Tercios de Flandes…); hasta que fuimos tomando caminos diferentes y dejamos de vernos por un tiempo. Hubo un momento para mí de mucha emoción entre ese impasse que ya no teníamos contacto; tu boda en Ubrique, donde disfruté como un enano (no por la altura) y me quedo con un momentazo: los colegas que hicimos corrillo bailando como los viejos tiempos el “smack my bitch up”.
Luego el paso de los años nos hizo tener un contacto muy muy esporádico, pero estaba claro que nos teníamos que volver a encontrar. Retomaste la bici algo antes que yo, pero fue marcado a fuego aquel primer día de vacaciones en agosto de 2013 cuando por fin coincidimos sobre la bici, después de haber estado ya con algunas charletas previas. Y en 2014, fuiste un gran apoyo en las carreras que corrí en Andalucía, cuando intentaba volver a ser ciclista; entiendo que viceversa también. Gracias a ti pude recalar en el Scirocco Bike – Calderón el pasado año, donde tras muchísimo tiempo compartimos equipo y pude disfrutar / sufrir con todo lo que vivimos. Y este año, ya en equipos diferentes, deseando estoy de vernos otra vez y echar un ratito juntos. Y ten por seguro que independientemente de la ropa que lleve, si lo tengo que dar todo para ayudarte, lo voy a hacer… sea en la bici o fuera de ella.
Hemos comprendido, poco antes de acceder a la magnífica categoría de MAduritos 40, que la amistad no la hace siempre el estar pegado el uno al otro en todo momento; cada cual en su casa, su población, pero ahí estamos, como hace 22 años. Cada vez que he tenido un momento chungaleta, ahí has estado para darme tu apoyo y animarme; y como te dije en el post de hace unos días en Face, ni te imaginas lo que me reconstituye la fuerza que me mandas.
Sé que tu momento ciclista está por llegar, tienes clase a raudales, aun con lo poco que le puedes dedicar al entreno; muchos quisieran andar lo que tú, teniendo el trabajo que tienes, tan jodido a nivel horarios y viajes. Y aun es más valorable que casi todo lo tengas que hacer en el rulo, recabando ratitos en los que dejar de estar mínimamente con esos tres soles brillantes que tienes por hijos y la pedazo de mujer que te acompaña, que se merece un monumento. Me quedo con una frase de Martina después de haber estado juntos este pasado verano en la terracita de la plaza de la Iglesia Mayor de la Isla, poniéndonos “púos” a raciones… “no sabes lo que me alegro de que volvamos a ver a Óscar y Lilian”, eso lo resume todo.
Cuando tu momento llegue, que va a llegar, estoy seguro, espero estar cerca de ti para poder reir / llorar contigo y darnos un abrazaco, recordando a la vez tantos ratos de coche escoba y otras penurias.
Aunque sea un poco cursilón, te quiero una jartá bro. Te veo el finde.